miércoles, 25 de junio de 2014

Y la Biblia tenía razón: ¡el corazón tiene cerebro!


De cuerdo con la Biblia, el corazón del ser humano revela su verdadera naturaleza y motivación. En Jeremías 17:10, la Biblia dice que Dios "busca el corazón y examina la mente" y después recompensa a la gente por lo que merece su conducta. 

El Mesías Jesús resaltó cuando observó la ofrenda de la viuda, que el significado verdadero de toda acción es ser conducidos por el corazón (Lucas 21:1-4). Jesús dijo que la viuda le daba más al templo dando dos monedas (todo lo que tenía) que aquellos que ponían mucho más en el tesoro del templo debido a lo que estaba en su corazón .

Desde la teología babilónica siempre se enseñó que cuando las Escrituras mencionaban el corazón, nosotros, los hombres de los grandes descubrimientos científicos, debíamos interpretarlo como una analogía, una romántica comparación de escritores ignorantes del sistema nervioso central y las funciones intelectuales del cerebro. Se nos decía que aquellos hombres, si bien eran inspirados por el Espíritu Santo, estaban condicionados al escribir por la escasez de conocimiento científico. Pues bien, ¡hoy, parece que la ciencia volvió a perder su batalla contra el Creador!

Leyendo un reportaje a Annie Marquier, matemática e investigadora de la conciencia, me enteré que se ha descubierto que el corazón contiene un sistema nervioso independiente y bien desarrollado con más de 40.000 neuronas y una compleja y tupida red de neurotransmisores, proteínas y células de apoyo.

Gracias a esos circuitos tan elaborados, parece que el corazón puede tomar decisiones y pasar a la acción independientemente del cerebro; y que puede aprender, recordar e incluso percibir. 

Según esta investigadora existen cuatro tipos de conexiones que parten del corazón y van hacia el cerebro de la cabeza.

Primera conexión: 

La comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos. El corazón envía más información al cerebro de la que recibe, es el único órgano del cuerpo con esa propiedad, y puede inhibir o activar determinadas partes del cerebro según las circunstancias. Esto significa que el corazón puede influir en nuestra percepción de la realidad y por tanto en nuestras reacciones.

Segunda conexión.

La información bioquímica mediante hormonas y neurotransmisores. Es el corazón el que produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio general del cuerpo: la homeostasis. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés y producir y liberar oxitocina, la que se conoce como hormona del amor.

Tercera conexión.

La comunicación biofísica mediante ondas de presión. Parece ser que a través del ritmo cardíaco y sus variaciones el corazón envía mensajes al cerebro y al resto del cuerpo.

Cuarta conexión.

La comunicación energética: el campo electromagnético del corazón es el más potente de todos los órganos del cuerpo, 5.000 veces más intenso que el del cerebro. Y se ha observado que cambia en función del estado emocional. Cuando tenemos miedo, frustración o estrés se vuelve caótico.

Y sabemos que el campo magnético del corazón se extiende alrededor del cuerpo entre dos y cuatro metros, es decir, que todos los que nos rodean reciben la información energética contenida en nuestro corazón.

Con todo lo hasta aquí estudiado se concluye que el circuito del cerebro del corazón es el primero en tratar la información que después pasa por el cerebro de la cabeza. 

Hay dos clases de variación de la frecuencia cardíaca: una es armoniosa, de ondas amplias y regulares, y toma esa forma cuando la persona tiene emociones y pensamientos positivos, elevados y generosos. La otra es desordenada, con ondas incoherentes. Aparece con las emociones negativas como el miedo, la ira o la desconfianza. Pero hay más: las ondas cerebrales se sincronizan con estas variaciones del ritmo cardíaco; es decir, que el corazón arrastra a la cabeza. Esto último permite la conclusión de que el amor del corazón no es una emoción, es un estado de conciencia inteligente.

El cerebro del corazón activa en el cerebro de la cabeza centros superiores de percepción completamente nuevos que interpretan la realidad sin apoyarse en experiencias pasadas. Este nuevo circuito no pasa por las viejas memorias, su conocimiento es inmediato, instantáneo, y por ello, tiene una percepción exacta de la realidad.

Está demostrado que cuando el ser humano utiliza el cerebro del corazón crea un estado de coherencia biológico, todo se armoniza y funciona correctamente, es una inteligencia superior que se activa a través de las emociones positivas.


Es un potencial no activado, pero empieza a estar accesible para un gran número de personas. Este circuito se activa cultivando las cualidades del corazón: la apertura hacia el prójimo, el escuchar, la paciencia, la cooperación, la aceptación de las diferencias, el coraje... Es la práctica de pensamientos y emociones positivas. En esencia, liberarse del espíritu de separación y de los tres mecanismos primarios: el miedo, el deseo y el ansia de dominio, mecanismos que están anclados profundamente en el ser humano porque nos han servido para sobrevivir millones de años.

Algunos estarán preguntando: "¿Y cómo me libero de ellos?". Pues tomando la posición de testigos-atalayas, observando nuestros pensamientos y emociones sin juzgarlos, y escogiendo las emociones que nos pueden hacer sentir bien. 

Desde allí practicar el arrepentimiento bíblico (Teshuvá). La Biblia dice que el arrepentimiento se mide según la persona regresa a Dios con "todo el corazón" (Deuteronomio 30:1-3). Las Sagradas Escrituras incluyen algo de variación de "regresa a mí con todo tu corazón" seis veces. En Joel 2:13, la Biblia le dice al pueblo de Yahvéh Dios "desgarren su corazón y no sus vestimentas". En base a todo esto regresar a la iglesia no es suficiente. De acuerdo con la Biblia, a Dios le interesa más el arrepentimiento en el corazón que en las acciones.

Debemos aprender a confiar en la intuición de nuestro espíritu y reconocer que el verdadero origen de nuestras reacciones emocionales no está en lo que ocurre en el exterior, sino en nuestro interior.

Cultive el silencio, contáctese con la naturaleza, viva periodos de soledad, ore sin cesar, medite en la Torah, contemple su vida frente al Propósito eterno de Dios, trabaje en grupo a favor de su comunidad, viva con sencillez y mansedumbre. Y pregunte a su corazón cuando no sepa qué hacer. Allí escuchará la Voz de Yahvéh guiándolo a la decisión correcta: el Camino de la Vida.

Ten siempre en cuenta que la motivación de tu corazón puede tener ramificaciones eternas. En Lucas 12:34, Jesús dijo que "donde está tu tesoro está tu corazón también": Nos aconseja "ser cautelosos" al final de los tiempos "o sus corazones serán dados en la disipación, embriaguez y las ansiedades de la vida". 

El Eterno Dios desea que tu corazón se enfoque en él. Es por ello que te instruye diciendo:
"Ama a Yahvéh tu Dios con todo tu corazón y toda tu alma y toda tu mente"
(Mateo 22:37)




2 comentarios:

La teología, lamentablemente ha inculcado a las personas, que todo pasa por la mente. Por lo tanto primero se lo debe entender, ya que teología , significa ‘el estudio de Dios’ a través del razonamiento. Esto ha provocado que miles de “evangélicos” solamente tengan conocimiento intelectual de Dios y nunca han experimentado una verdadera relación con el Eterno, por tal motivo no han tenido una verdadera experiencia con el Espíritu Santo.
Es paradójico escuchar a las personas, hablar del corazón, cuando a relación de pareja se refiere, o cuando tienen que tomar una decisión se escucha esta frase: “hace lo que tu corazón te diga”.
Por algo el gran mandamiento que nos dejo el Mesías dice: (Mat 22:37) “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. No es una frase tira por ser tirada, Él nos hace ver que primero lo tienes que amar a Dios con todo tu corazón, para que a través de tu corazón puedan armarlo con el alma y la mente.-

GLORIOSO Y PRECIOSO ESPERITU SANTO,GRACIAS POR TAN PRECIOSA REVELACION,LO BENDIGO Y AMO!!

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